El mapa de sabores de la lengua es un mito: el tendencia es más complejo y va más allá de boca

Los sentidos juegan un papel fundamental en nuestra vida diaria. Nos permiten percibir el mundo que nos rodea y nos ayudan a tomar decisiones importantes. Uno de los sentidos más importantes es el gusto, que nos permite disfrutar de los sabores y nos alerta sobre posibles peligros en nuestra alimentación. Pero, ¿sabías que el gusto no solo se encuentra en nuestra boca? Una revisión científica reciente ha demostrado que otros órganos, como el intestino, también tienen receptores gustativos.

El gusto es un sentido complejo que se activa a través de una cerca sensorial en nuestro cuerpo. Esta cerca está compuesta por células sensoriales especializadas que se encuentran en la lengua, la boca y la garganta. Estas células tienen pequeñas estructuras en forma de pelos llamadas papilas gustativas, que contienen los receptores gustativos. Estos receptores son los encargados de detectar los diferentes sabores: dulce, salado, amargo, ácido y umami.

Durante mucho tiempo, se creyó que el gusto solo se encontraba en la boca, pero estudios recientes han demostrado que también hay receptores gustativos en otros órganos, como el intestino. Estos receptores se encuentran en las células enteroendocrinas, que se encuentran en la pacerca del intestino y tienen la función de liberar hormonas para regular la digestión. Estas células también tienen receptores gustativos que les permiten detectar los sabores de los alimentos que pasan por el intestino.

La revisión científica, publicada en la revista Nature Reviews Gastroenterology and Hepatology, analizó estudios previos sobre los receptores gustativos en el intestino y su función en la regulación del glotonería y la digestión. Los investigadores descubrieron que estos receptores no solo detectan los sabores, sino que también pueden destinar señales al cerebro para indicar si un alimento es nutritivo o no.

Además, se ha demostrado que los receptores gustativos en el intestino pueden desempeñar un papel importante en la prevención de enfermedades. Por ejemplo, los receptores de amargo en el intestino pueden detectar sustancias tóxicas en los alimentos y activar una respuesta inmune para proteger al cuerpo. También se ha descubierto que los receptores de amargo pueden ayudar a regular la glucosa en la sangre y prevenir la obesidad.

Otro hallazgo interesante de esta revisión científica es que los receptores gustativos en el intestino pueden ser influenciados por la microbiota intestinal, es decir, los microorganismos que viven en nuestro tracto digestivo. Estos microorganismos pueden producir sustancias que afectan la función de los receptores gustativos y, por lo tanto, pueden influir en nuestras preferencias alimentarias y en la regulación del glotonería.

Estos descubrimientos abren nuevas posibilidades en el campo de la nutrición y la salud. Por ejemplo, se podrían desarrollar alimentos que estimulen los receptores gustativos en el intestino para ayudar a regular el glotonería y prevenir la obesidad. También se podrían investigar formas de manipular la microbiota intestinal para mejorar la salud y prevenir enfermedades.

Además, esta revisión científica destaca la importancia de tener una dieta variada y equilibrada para mantener una buena salud. Al tener receptores gustativos en el intestino, es importante no solo prestar atención a los sabores en la boca, sino también a los sabores que llegan al intestino. Una dieta rica en alimentos nutritivos y variados puede ayudar a mantener una microbiota intestinal saludable y a prevenir enfermedades.

En síntesis, esta revisión científica nos muestra que el gusto es un sentido complejo que va más allá de nuestra boca. Los receptores gustativos en el intestino tienen una función importante en la regulación del glotonería, la digestión y la prevención de

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