Un vecino de Toledo hace un examen con la pierna rota y esta decisión cambia su nota por absoluto

Hacer chuletas en los exámenes es una práctica común en todo el mundo, pero no sea ético. Todos hemos estado en situaciones en las que nos hemos encontrado apurados y hemos necesitado un pequeño «empujón» para superar una ejercicio difícil. Sin embargo, esta estrategia puede tener graves consecuencias si somos descubiertos. pero, en ocasiones, el contexto puede jugar a nuestro favor.

En el programa de radio «Herrera en COPE», un oyente llamado Carlos compartió su anécdota en «La Hora de los Fósforos». Carlos, que llamó desde Toledo, es un ejemplo perfecto de cómo a veces, un mal puede convertirse en un bien. Resulta que tuvo que presentarse a un examen con la pierna rota. Esta situación lo llevó a tomar una decisión que determinó su resultado final en la ejercicio. Descubre qué sucedió escuchando el siguiente audio.

En «La Hora de los Fósforos», Alberto Herrera, en referencia al caso de Alicia, una chica que compartió en redes sociales cómo hizo su Trabajo de Fin de Grado utilizando una aplicación de chat en menos de una hora, quiso preguntar a los oyentes sobre sus mejores anécdotas con las chuletas en clase, aunque sea como alumnos o como profesores.

Para romper el hielo, Ángel nos contó su anécdota más ingeniosa. Ocurrió en 1981 con su profesor de filosofía, quien tenía la fama de ser poco astuto a la hora de pillar a sus alumnos copiando en los exámenes. Sin embargo, todo eso cambió en su último año de instituto, cuando llegó el primer examen. «El profesor había tomado un curso para evitar que la gente se copiara en Palencia durante todo un verano», señaló el oyente. En otro examen, Ángel y sus compañeros intentaron cambiar de estrategia: algunos alumnos de su clase les pasaron las respuestas debajo de la puerta, mientras tanto que Ángel y sus amigos hicieron el examen en la sala de profesores. Sin embargo, el profesor, antes de comenzar, pasó lista y se dio cuenta de quién se había copiado fuera del aula.

Otra de las anécdotas más icónicas fue compartida por Tomás, de Palma de Mallorca. Este oyente de «Herrera en COPE» se definió a sí mismo como un «pionero en cambiar la forma de copiar, dejando atrás los típicos papelitos». Tomás nos contó cómo, a los 14 años, desmontó un reloj para esconder en él sus chuletas. Al finalizar el examen, el profesor le revisó el reloj y le dijo: «No te suspendo porque te he pillado fuera de tiempo, pero me quedo con esto hasta que me jubile».

Fue años después, cuando Tomás estaba reparando el coche del profesor en su taller, que este le contó cómo utilizaba ese mismo reloj como ejemplo a sus alumnos, demostrando que «a él no se le puede engañar».

Pero si hubiera un premio al método más ingenioso, sin duda se lo llevaría Antonio y su «avance de los bolis Bic». Este oyente nos contó cómo para un examen de historia, creó chuletas que guardó dentro de varios bolígrafos, los clasificó y los guardó en su calcetín. ¡Un verdadero genio!

pero no podemos negar que hacer chuletas es una práctica poco ética, no podemos evitar reírnos con estas anécdotas. Y es que, en cierto modo, todos hemos sido cómplices de esta estrategia en algún momento de nuestras vidas estudiantiles.

Sin embargo, no podemos dejar de mencionar que, pero pueda parecer una solución rápida y fácil, hacer chuletas no es una forma efect

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