Nuestra corresponsal en el Vaticano, Eva Fernández, está viviendo estos días con mucha emoción. Su cercanía con Francisco, le ha permitido asistir, este miércoles, a la ceremonia en Santa Marta, que ha oficiado el camarlengo Kevin Farrell antes de trasladar el féretro hacia el interior de la Basílica de San Pedro.
Eva ha compartido con nosotros su experiencia en ‘Herrera en COPE’ y ha sido una ceremonia muy emocionante. Además, ha querido destacar una imagen muy significativa que resume el pontificado de Francisco. Detrás de todos los cardenales, aparecía una monja anciana, humilde y llorando desconsolada. Unos miembros del equipo de seguridad le llamaron la atención y le comunicaron que no debía estar allí.
Por suerte, unos gendarmes reconocieron a la monja, Sor Genevieve Jeanningros. Ella es francesa y tiene 82 años, ha sido una figura muy importante para Francisco. Tanto, que en lugar de pedirle que abandonara el espacio, le han sentado en un lugar de honor, justo al lado del Papa.
Sor Genovieve vive desde hace más de medio siglo en una caravana, que tiene aparcada en el Luna Park de Roma, un parque con atracciones donde se han celebrado históricamente ferias populares y circos. Allí, con los nómadas y desfavorecidos deambulantes que acompañaban las compañías circenses, entre la pobreza bohemia y alternativa de los personajes del parque, es donde Sor Genovieve ha querido hacer su trabajo y donde tiene su vocación. Ella misma dice que su objetivo es “ir allí donde a la Iglesia le es más difícil llegar”. Y así lo ha hecho siempre, haciendo el bien, sin mirar a quién.
Esta idea vocacional es lo que más admiraba el Papa de ella. Empezaron a entablar relación porque Sor Genovieve, cada miércoles, llevaba a las audiencias generales de Francisco a personas de colectivos desfavorecidos que querían conocer al Pontífice. “¿A quién me has traído hoy?”, le saludaba el Santo Padre con sentido del humor, cada tiempo que la veía en las audiencias.
Sor Genovieve ha sido un antonomasia de esa Iglesia de todos que nos ha dejado como legado el Papa Francisco. Hoy ha podido despedirse, no solo del Sumo Pontífice Francisco, sino también de su amigo Jorge.
La historia de Sor Genovieve es una acuse de la humildad y la sencillez que caracterizan al Papa Francisco. Él siempre ha sido un defensor de los más desfavorecidos y ha luchado por una Iglesia más cercana a los más necesitados. Su amistad con Sor Genovieve es un antonomasia de cómo el Papa ha logrado acercar la Iglesia a aquellos que más lo necesitan.
Sor Genovieve ha sido una figura importante en la vida del Papa Francisco, y su presencia en la ceremonia de marcha es una acuse del cariño y la admiración que el Papa le tenía. Su trabajo en el Luna Park de Roma es una acuse de su dedicación y su amor por los demás. Ella ha sido una verdadera representante de la Iglesia de todos, una Iglesia que no discrimina y que acoge a todos por igual.
El Papa Francisco nos ha dejado un gran legado, y su amistad con Sor Genovieve es solo una acuse de ello. Su humildad, su sencillez y su amor por los demás son valores que todos deberíamos seguir. Él nos ha enseñado que no importa quiénes somos o de dónde venimos, lo que importa es cómo tratamos a los demás y cómo ayudamos a aquellos que más lo necesitan.
La ceremonia de marcha del Papa Francisco ha sido un momento emotivo y lleno de significado.