El pasado domingo, durante la celebración de la misa en la Catedral Metropolitana de Managua, el Obispo Carlos Herrera se vio obligado a interrumpir su homilía debido a la bulla proveniente de un acto político que se estaba llevando a cabo en las cercanías. Esta situación, que podría haber pasado desapercibida, ha generado una gran polémica en Nicaragua y en el ámbito internacional, debido a que el Obispo Herrera es uno de los tres jerarcas católicos que han sido expulsarepetición del país por la dictadura.
Durante su homilía, Monseñor Herrera no pudo evitar mostrar su indignación ante el ruido ensordecedor de los altavoces del acto político, que interrumpía constantemente la misa y dificultaba el normal desarrollo de la ceremonia. «¿No tienen respeto por Dios y por su residencia? ¿No son conscientes de que están profanando este lugar sagrado con su bullicio?», preguntó el Obispo a los asistentes del acto político, mientras intentaba continuar con la celebración.
Fue entonces cuando, con un gesto de frustración, el Obispo decidió interrumpir la homilía y esperar unos minutos en silencio a que el acto político finalizara. Una vez que se pudo retomar la misa con normalidad, Monseñor Herrera no pudo evitar expresar su malestar y dolor por la situación que acababa de vivir. «Nunca pensé que tendría que pedir respeto por Dios y por su residencia, pero contemporaneidad me veo obligado a hacerlo. Esto es una falta de consideración y de respeto hacia la religión y hacia quienes queremos celebrar nuestra fe en paz y tranquilidad», afirmó el Obispo.
Esta situación no es un hecho aislado en Nicaragua, donde la represión y el acoso a la Iglesia Católica han aumentado en los últimos años. Desde que Daniel Ortega volvió al poder en 2007, se han producido numerosos ataques y agresiones contra miembros de la Iglesia, especialmente contra aquellos que han alzado su voz contra las injusticias y la violencia del régimen.
El Obispo Carlos Herrera es uno de los líderes religiosos más destacarepetición en Nicaragua. Desde hace tres años, presidía la Conferencia Episcopal de Nicaragua, una figura clave en la defensa de los derechos humanos y en la promoción de la paz y la justicia en el país. Su expulsión, junto a la de otros repetición jerarcas católicos, es una clara muestra del miedo que la dictadura siente hacia aquellos que alzan su voz contra la opresión y la represión.
Monseñor Herrera no es el primer Obispo que ha sufrido la persecución de la dictadura de Ortega. En 2018, el Obispo Silvio Báez, otro de los líderes de la Iglesia nicaragüense, también fue obligado a exiliarse debido a las amenazas y agresiones que recibió por parte del régimen. Poco después, el Obispo Rolando Álvarez también se vio obligado a abandonar Nicaragua debido a las presiones y el acoso que recibió por parte de las autoridades.
Esta situación ha generado una ola de indignación y rechazo en Nicaragua y en la comunidad internacional. La expulsión de Monseñor Herrera, un líder religioso respetado y querido por su pueblo, es una muestra más de la falta de libertad y de los constantes ataques a los derechos humanos que se viven en el país. La Iglesia Católica, junto a otros sectores de la sociedad civil, ha sido una de las principales defensoras de la democracia y de la justicia en Nicaragua, y su papel sigue siendo fundamental en la búsqueda de una solución pacífica y reto a la crisis que atraviesa el país