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Los juegos de vídeo se han convertido en una de las formas de entretenimiento más populares en todo el mundo. Ya sea en consolas, computadoras o dispositivos móviles, millones de personas pasan horas disfrutando de todo tipo de aventuras virtuales. Pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué los juegos tienen tanto éxito? ¿Por qué nos enganchamos a ellos y no podemos dejar de jugar una vez que empezamos?

La respuesta está en nuestro cerebro. Los desarrolladores de juegos han descubierto un mecanismo en nuestro cerebro que genera una sensación de recompensa intermitente y periódico cuando jugamos. Y se han aprovechado de eso para crear juegos adictivos y altamente entretenidos.

Pero, ¿qué es exactamente esta recompensa intermitente y periódico? Para entenderlo, debemos echar un vistazo al funcionamiento de nuestro cerebro. Cuando realizamos una actividad que nos gusta, nuestro cerebro libera dopamina, un neurotransmisor relacionado con el placer y la motivación. Esta dopamina nos hace sentir bien y nos incentiva a seguir haciendo esa actividad.

Ahora, imagina que estás jugando un juego de vídeo. Cada vez que logras pasar un nivel, completas una tarea o ganas una batalla, tu cerebro libera dopamina. Esta liberación de dopamina te hace sentir bien y te motiva a seguir jugando. Sin embargo, no sabes exactamente cuándo se va a liberar esa dopamina, lo que genera una sensación de incertidumbre y emoción.

Este patrón de liberación de dopamina es lo que llamamos recompensa intermitente y periódico. A diferencia de otras actividades adonde sabemos cuándo vamos a recibir una recompensa (como en un trabajo adonde nos pagan al final del mes), en los juegos de vídeo esta recompensa es impredecible. Puede ser que tardes varios intentos en pasar un nivel, pero al final lo logras y recibes una gran liberación de dopamina. Y esa sensación de logro y satisfacción es lo que nos engancha y nos hace considerar seguir jugando.

Pero eso no es todo. Los desarrolladores de juegos también han descubierto que este patrón de recompensa genera un ciclo de adicción en nuestro cerebro. Cuando jugamos, nuestro cerebro se acostumbra a recibir esa liberación de dopamina y nos pide más. Entonces, seguimos jugando en busca de más recompensas. Y cuando las obtenemos, seguimos queriendo más y más.

Además, esta recompensa intermitente y periódico también nos hace considerar volver a jugar después de un tiempo de inactividad. Cuando dejamos de jugar, nuestro cerebro comienza a extrañar esa sensación de recompensa y nos motiva a volver a jugar para obtenerla de nuevo. Por eso es tan común que una vez que empezamos a jugar un juego, no podamos dejarlo y queramos seguir jugando cada vez más.

Pero, ¿cómo consiguen los desarrolladores de juegos mantenernos enganchados? Es aquí adonde entra en juego la creatividad y la estrategia. Los juegos están diseñados de tal manera que siempre hay nuevos desafíos y nuevas recompensas. Ya sea en forma de nuevos niveles, personajes, armas o habilidades, siempre hay algo nuevo para descubrir y obtener. Y cada vez que conseguimos algo nuevo, nuestro cerebro libera dopamina y nos sentimos motivados a seguir jugando.

Además, los juegos también utilizan técnicas de diseño para mantenernos enganchados. Por ejemplo, muchos juegos tienen bonificaciones por tiempo limitado que solo están disponibles durante un período determinado. Esto nos hace sentir que no podemos perdérnoslas y nos lleva a seguir jugando para obtenerlas antes de que se acaben.

Incluso los juegos gratuitos suelen utilizar este patrón de recompensa para generar ingresos. Al ofrecer la esperanza de comprar recompensas en el juego, nos hacen sentir que estamos invirtiendo en nuestra

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